CPC | BLOG

¿Qué importancia tiene elegir un casco adecuado para la moto?

El casco es el soporte vital del motorista, el equivalente al cinturón de seguridad en los turismos. Además de ser de uso obligatorio -bajo sanción administrativa de 200 € y la pérdida de tres puntos por circular sin él- es el elemento que puede marcar la diferencia en caso de sufrir un accidente. Los motoristas son mucho más vulnerables a posibles caídas y golpes por lo que proteger de forma adecuada su cabeza puede salvarles de lesiones graves. De ahí la importancia de dedicar a la elección del casco tanto tiempo como se le dedica a la elección de la moto y de no ser “tacaño” en esta elección: la seguridad no tiene precio. Pero un buen casco, sí. No te dejes llevar por la primera oferta que veas porque el precio es atractivo.

Si acabas de unirte al club de las dos ruedas, puede que no sepas que existen diferentes tipos de casco y tal vez desconozcas qué factores influyen a la hora de decidirse por uno u otro y que has de tener muy en cuenta. Porque incluso los cascos de moto vienen con “letra pequeña”. Es en esos detalles en los que te has de fijar. Antes incluso de pensar en el tipo de casco que quieres, has de saber que se han de cumplir algunos requisitos mínimos en él.

El principal es que ha de estar homologado. Esto es, ha de cumplir la normativa ECE R22-05. Lo sabrás al mirar la etiqueta, que has de leer minuciosamente buscando estos elementos:

Ha de incluir una E de Europa acompañada de un 9 (el código correspondiente a nuestro país) rodeados por un círculo.

El otro elemento –el código alfanumérico- ha de comenzar por 05, numeración que corresponde a las revisión vigente de la norma en nuestro país.

Le siguen cuatro cifras -el número de homologación de ese casco- y una letra: P, N/P o J. Esta letra es fundamental ya que clasifica el casco en función de su nivel de seguridad. Esto es, si se ha probado en la homologación ante impactos en el mentón (P), si no se ha hecho (N/P) o J, con la que se designa a los cascos que no son integrales (cascos abiertos o cascos jet).

Si no está homologado no es válido para circular y, a efectos administrativos, la sanción es la misma. En términos de seguridad, significa que no ha sido sometido a las pruebas habituales para comprobar su eficacia a la hora de proteger la cabeza y evitar lesiones cerebrales por traumatismo. En estas pruebas son evaluados todos los elementos del casco y su resistencia a la abrasión, a la presión o al impacto.

Otro aspecto del casco especialmente relevante para empezar a considerar un casco como válido es que contenga todos los elementos necesarios para cumplir con su propósito. En este sentido, el sistema de sujección elegido también es importante (la doble hebilla o la hebilla micrométrica es más segura que el sistema de broche o de click).

Por último pero no por ello menos importante es elegir la talla adecuada. De nada sirve haberse gastado mucho dinero en un buen casco incluso siendo integral si éste no se ajusta bien a la cabeza. En ese caso, al sufrir un impacto el casco puede salir despedido y el motorista sufrir las consecuencias del golpe, como si hubiera circulado sin él.

Hay siete tallas de casco, desde la XXS hasta la XXL. Cada una corresponde a un contorno craneal -el contorno de la cabeza, justo por encima de las cejas-, desde los 53 hasta los 64 centímetros. Además de conocer la talla, la prueba es decisiva: que esté ajustado (que la cabeza no “baile” dentro de él) pero no demasiado (sin producir presión), que el cierre se ajuste correctamente y que el casco permanezca fijo en su posición una vez abrochado.

El otro elemento –el código alfanumérico- ha de comenzar por 05, numeración que corresponde a las revisión vigente de la norma en nuestro país.

Le siguen cuatro cifras -el número de homologación de ese casco- y una letra: P, N/P o J. Esta letra es fundamental ya que clasifica el casco en función de su nivel de seguridad. Esto es, si se ha probado en la homologación ante impactos en el mentón (P), si no se ha hecho (N/P) o J, con la que se designa a los cascos que no son integrales (cascos abiertos o cascos jet).

Si no está homologado no es válido para circular y, a efectos administrativos, la sanción es la misma. En términos de seguridad, significa que no ha sido sometido a las pruebas habituales para comprobar su eficacia a la hora de proteger la cabeza y evitar lesiones cerebrales por traumatismo. En estas pruebas son evaluados todos los elementos del casco y su resistencia a la abrasión, a la presión o al impacto.

Otro aspecto del casco especialmente relevante para empezar a considerar un casco como válido es que contenga todos los elementos necesarios para cumplir con su propósito. En este sentido, el sistema de sujección elegido también es importante (la doble hebilla o la hebilla micrométrica es más segura que el sistema de broche o de click).

Por último pero no por ello menos importante es elegir la talla adecuada. De nada sirve haberse gastado mucho dinero en un buen casco incluso siendo integral si éste no se ajusta bien a la cabeza. En ese caso, al sufrir un impacto el casco puede salir despedido y el motorista sufrir las consecuencias del golpe, como si hubiera circulado sin él.

Hay siete tallas de casco, desde la XXS hasta la XXL. Cada una corresponde a un contorno craneal -el contorno de la cabeza, justo por encima de las cejas-, desde los 53 hasta los 64 centímetros. Además de conocer la talla, la prueba es decisiva: que esté ajustado (que la cabeza no “baile” dentro de él) pero no demasiado (sin producir presión), que el cierre se ajuste correctamente y que el casco permanezca fijo en su posición una vez abrochado.

¿Es que no son todos los cascos iguales? Las diferencias

En el mercado pueden encontrarse diferentes tipos de cascos, según sus características y su nivel de protección. Tantos que puede resultar confuso para el principiante. A rasgos generales, se ha de distinguir entre los abiertos, que no cubren la cabeza al completo al dejar fuera el mentón y los integrales, que sí cubren toda la cabeza y el cuello y son, por tanto, mucho más seguros.

Los jet o abiertos –que pueden ser con visera o sin ella- se suelen usar más en casco urbano, puesto que se circula a menor velocidad. Hay motoristas que entienden que esta circunstancia les permite relajarse en cierto modo en sus exigencias de seguridad. Lo cierto es que aunque si bien es verdad que la velocidad a la que se circula incide en los efectos del impacto, no es menos cierto que cualquier golpe en la cabeza cuando no está bien protegida puede tener graves consecuencias.

Los integrales o cascos de carretera son, sin duda, la mejor opción en términos de seguridad. Cubren toda la cara incluido el mentón y son mucho más gruesos. La opción intermedia es el casco modular, que permite extraer la parte del mentón (“mentonera”) o elevarla, pudiendo así escoger entre llevar un casco abierto o un casco cerrado. Existe otro tipo de cascos más específicos que se adecúan a tipos concretos de moto, como las de trial.

Además de la ergonomía, también influye el material usado en la calota (la parte superior del casco) que va a determinar su nivel de resistencia. Así, podemos ordenar y clasificar los cascos de menos a más seguros, en función de este material: los cascos de ABS (o policarbonato, es decir, un plástico inyectado con calor), los de fibra de vidrio, los de fibra de carbono y los que utilizan todos estos materiales combinados: los cascos de tricomposite de fibras.

Casos especiales: un casco para cada moto y para cada uso

Aunque ya hemos insistido en que la opción integral es la más segura en todo caso, es cierto que el uso de este tipo de cascos está asociado a las motos de mayor cilindrada. Parece lógico pensar que cuanto más corra la moto, más fuerte podría ser el impacto que tendría que soportar el casco. De ahí que la cilindrada de la moto sea uno de los factores determinantes en la elección del casco. El tipo de vía por el que se va a circular también es determinante tanto en la clasificación como en la elección del casco, aunque por el mismo motivo que lo es la cilindrada de la moto: se puede circular a más velocidad por lo que el impacto sería más grave que yendo a 50 km./h.

Por último, el uso de la moto también influye en la decisión final. Así, para las motos de competición y de uso deportivo, hay un casco específico llamado casco off-road. Es el casco que llevan los pilotos de motocross o de quads y están limitados a ese uso.

¿Tiene alguna relevancia para el seguro de moto?

Hay una situación muy evidente en la que la elección del casco influye en la respuesta de la compañía: circular sin casco o que éste no esté homologado. En ese caso, si sufres un siniestro y te corresponde alguna indemnización, la compañía puede negarse a darla, por imprudencia del conductor. La conducción temeraria o la imprudencia es una de las situaciones que invalidan la obligación de la compañía para con el asegurado. En cualquier caso, conducir con un casco homologado es la primera norma a la hora de subirse a una moto.

También importa a la hora de recibir cobertura por daños propios. Los seguros de moto a todo riesgo incluyen en esta prestación los daños que pueda recibir el casco y la equipación. Es decir, si circulando correctamente con un casco homologado el asegurado tiene un accidente y a consecuencia del mismo el casco sale dañado (por ejemplo, se parte o se ve comprometida su seguridad de alguna forma), la compañía responde cubriendo los gastos derivados de la reposición del casco.

Índice