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Acuerdo amistoso con la aseguradora: cómo resolver sin conflictos legales

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Un acuerdo amistoso con la compañía aseguradora es un acuerdo voluntario y negociado entre el asegurado y la aseguradora para resolver un siniestro o un conflicto relacionado con una póliza de seguros, sin necesidad de recurrir a procedimientos judiciales.

¿Qué implica?

  • Ambas partes llegan a un consenso sobre la indemnización o la cobertura que corresponde.

  • Puede incluir pago parcial o total, aceptación de reparaciones, sustituciones de bienes o compensaciones económicas.

  • Generalmente se firma un documento que deja constancia del acuerdo, lo que evita futuros reclamos sobre el mismo incidente.

En este artículo te lo explicamos con más detalles…

Situaciones ideales para un acuerdo amistoso con la aseguradora – ¿Cuándo se utiliza?

Un acuerdo amistoso con la aseguradora se utiliza principalmente cuando surgen desacuerdos sobre la cuantía de un siniestro o sobre la interpretación de la cobertura de la póliza. Esto puede ocurrir, por ejemplo, en accidentes de tráfico, daños a la propiedad, averías de equipos o incluso en reclamaciones por responsabilidad civil. En estas situaciones, las partes pueden tener criterios distintos sobre el alcance de los daños o sobre el valor económico de la reparación, generando un conflicto que, de no resolverse, podría derivar en procedimientos judiciales largos y costosos.

Además, estos acuerdos son útiles para evitar procesos legales complejos que implican trámites engorrosos, largos tiempos de espera y honorarios legales elevados. Muchas veces, tanto asegurado como aseguradora prefieren una negociación directa y voluntaria, que permita resolver la situación de manera rápida y eficiente, reduciendo estrés, incertidumbre y posibles pérdidas económicas.

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Este tipo de acuerdos también se emplea cuando ambas partes buscan preservar una relación positiva, como puede suceder entre una empresa y su aseguradora habitual. En estos casos, optar por un acuerdo amistoso ayuda a mantener la comunicación abierta y a generar confianza, evitando confrontaciones legales que podrían dificultar futuras reclamaciones o renovaciones de póliza.

En resumen, un acuerdo amistoso es adecuado siempre que haya un interés mutuo en resolver el conflicto sin acudir a tribunales, con rapidez, transparencia y seguridad, protegiendo los derechos de ambas partes y asegurando que la solución sea justa y aceptable.

Beneficios del acuerdo amistoso

Entre las principales ventajas de un acuerdo amistoso destacan varios aspectos clave. En primer lugar, la rapidez, ya que resolver el conflicto mediante este mecanismo es generalmente mucho más ágil que un juicio o procedimiento judicial, que puede durar meses o incluso años. Esto permite a los asegurados recuperar recursos, reparar daños o cerrar el siniestro sin interrupciones prolongadas.

En segundo lugar, el ahorro de costos es significativo, ya que se evitan honorarios de abogados, tasas judiciales y otros gastos administrativos asociados a litigios. Esto es especialmente importante para pymes y autónomos, donde cada euro cuenta y los retrasos financieros pueden afectar la operatividad del negocio.

Otro beneficio importante es la flexibilidad. A diferencia de un juicio, donde la resolución está estrictamente determinada por la ley y la póliza, un acuerdo amistoso permite a ambas partes negociar condiciones específicas, plazos de pago, métodos de reparación o compensaciones adicionales. Esto hace posible adaptar la solución a la realidad del asegurado y a las necesidades del siniestro, generando resultados más satisfactorios.

Por último, la seguridad legal que ofrece el acuerdo es fundamental. Una vez firmado, queda constancia por escrito de que ambas partes aceptan las condiciones pactadas, reduciendo el riesgo de futuras reclamaciones sobre el mismo siniestro. Esto proporciona tranquilidad y certeza jurídica tanto para el asegurado como para la aseguradora.

Ejemplo práctico: accidente de coche

Situación: María tuvo un accidente leve con su coche y la aseguradora determinó que los daños eran parcialmente responsabilidad del otro conductor. Sin embargo, María y la aseguradora no coincidían en el valor de la reparación, que incluía carrocería y pintura.

Proceso de acuerdo amistoso:

  • Negociación: María y la aseguradora revisan juntos el informe de daños, los presupuestos de reparación y las coberturas de la póliza.

  • Propuesta de solución: La aseguradora propone cubrir el 80% del presupuesto estimado, y María puede aceptar o presentar una contraoferta.

  • Acuerdo firmado: Tras la negociación, ambas partes acuerdan que la aseguradora pagará 1.500 € por la reparación, dejando constancia de que María renuncia a reclamar más dinero por este accidente en el futuro.

  • Cierre del siniestro: María recibe el pago o la aseguradora paga directamente al taller de reparación, resolviendo el caso sin necesidad de ir a juicio.

Beneficios en este ejemplo:

  • Rapidez: María no tiene que esperar meses para resolver el conflicto.

  • Ahorro: Se evitan gastos de abogados y posibles costas judiciales.

  • Seguridad: El acuerdo queda documentado y firmado, protegiendo a ambas partes.

¿Y si el acuerdo amistoso no funciona?

Si tras intentar un acuerdo amistoso con la aseguradora no se llega a una solución satisfactoria, el siguiente paso es formalizar la reclamación por escrito. Es recomendable presentar una reclamación formal a la aseguradora, detallando los motivos del desacuerdo y solicitando una revisión del caso. Este paso suele ser necesario antes de considerar acciones legales.

Si la aseguradora no responde o la respuesta no es satisfactoria, el asegurado puede acudir a organismos como la Dirección General de Seguros y Fondos de Pensiones (DGSFP) en España o, incluso, Asesorías Personales como Siniestros.org.

Estos organismos ofrecen servicios de mediación y pueden intervenir para resolver conflictos entre asegurados y aseguradoras. Es importante contar con asesoría legal durante este proceso para garantizar que se protejan adecuadamente los derechos del asegurado.

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Consideraciones finales

Antes de firmar un acuerdo amistoso, es fundamental que el asegurado lea y comprenda todas las condiciones. Debe asegurarse de que los términos reflejan fielmente lo negociado, incluyendo montos, plazos, alcance de la cobertura y cualquier otra cláusula relevante. No revisar cuidadosamente el acuerdo puede derivar en sorpresas o limitaciones no deseadas en el futuro.

Una vez firmado, el asegurado generalmente renuncia a reclamar más indemnización por el mismo siniestro. Por ello, es imprescindible evaluar si el acuerdo realmente cubre los daños sufridos y si la compensación es justa. Firmar sin la debida revisión puede implicar perder derechos legales que podrían ser importantes.

Asimismo, es altamente recomendable contar con asesoría legal o experta en seguros. Un profesional puede analizar el acuerdo, identificar posibles riesgos, sugerir mejoras o modificaciones y garantizar que el documento proteja los intereses del asegurado sin dejar lagunas que puedan ser perjudiciales a largo plazo.

Finalmente, es importante recordar que un acuerdo amistoso no implica debilidad ni renuncia a los derechos, sino que es una estrategia eficiente para resolver conflictos de manera consensuada, rápida y segura, beneficiando a ambas partes y evitando litigios costosos e innecesarios.


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